viernes, 9 de octubre de 2015

El Trajecito Azul

Para cuando me desperte, la casa estaba totalmente a oscuras, salvo por el resplandor de la calle que apenas entraba por las persianas del ventanal del escritorio.
Me sente en borde del sillón y me estire todo lo que pude. Siempre me pasaba lo mismo, últimamente dormia mas en el sillón que  mi propia cama, lo cual no era nada beneficioso; pues mi cuerpo andaba pasandome factura muy a menudo. No tenía idea de la hora, pero no era de mañana eso era seguro.
El estómago me hacia ruido, cosa que evindeció que no había comido nada desde aquel desayuno en la mañana con el Flaco, Nico y mi hermana en las Violetas.
Despacito casi sin hacer ruido me deslice hasta la cocina mientras mientras sentía que la factura esta vez iba a ser alta... pero me paré en seco delante de la puerta pues por debajo salía un tenue resplandor que  seguro venia de la lámpara que estaba pro encima de la isla que hacía pocochabia instalad para modernizar un poco la casa. Lentamente fui abriendo la misma para descubrir a Martina que estaba canturreando como lo hacía de chica.
-"No se seguis tomando té, como cuando eramos chicos, pero igual te tengo lista una taza para servirte." medijo sin darse vuelta.
No había perdido el toque, te sentia por mas silencioso que fueras. Y que pudiera hacer eso, me dio mucha alegría, porque al fin y al cabo la hermana que yo conocía seguía intacta y eso me hizo sentir más que aliviado.
-"En realidad vivo a café, pero no te lo voy a negar un té de los tuyos puede superar ampliamente a la cafeína.
Le sirvio la taza y una vez la tetera sobre ese soporte hecho por mamá, me tendió la taza con una sonrisa, llena de melancolías y al mismo tiempo alegrías por estar de nuevo en casa. Y me sorprendi aún más cuando siguio hablando...
-"¿Te acordás del trajecito azul?
-“El que esta en el armario de la abuela,¿no?”, le repregunte a Martina, mientras sorbia tratando de no quemarme con el té.
-“Si" contestó
-Un lugar lleno de recuerdos, que incluso yo que no la conocí me emociono al pensar que todo lo que ahi esta guardado encierra mas de una historia sobre los abuelos y losviejos...ellos si sabían disfrutar juntos”, dije mientras apoyaba la taza sobre la mesada de mármol
Martina, giro sobre sí misma, quedando de frente a su hermano, se apoyó la mano sobre el pecho como si sostuviera el trajecito y simplemente soltó aquellas palabras que Papá siempre recitaba.

“Trajecito azul, que así te conocí,
Llenaste mis pupilas con tu andar.
Quise decirte todo lo que sentí,
Pero me fue imposible cuando te vi”

-“Así era el viejo, un romántico”, dije apenas termino Martina.
-“Si, todo un romántico cursi”
-“No seas tonta”, le conteste mientras le alcanzaba mi taza de té.
-“Tenés razón. ¿Te acordás que el viejo lo recitaba, cuando andaba contento?”, dijo ella, -“jamás lo había entendido hasta que vi este trajecito azul de mamá, con esto lo termino de enamorar... ¿querés más té?"
-“Dale, pero no tan caliente... Papá, siempre decía que era una aparición celestial, el trajecito azul”
-“Si y lo más divertido de todo esto es que se me pegó ese versito de papá. Y la vieja cuando me escucha recitarlo se pone nostálgica y te puedo asegurar que algún que otro lagrimón se le pianta. Aunque ella lo niegue.”
-“Si seguro, si se amaban con locura”
-“Lo extraño mucho, a veces me hace tanta falta”, dijo Martina con cierta tristeza en la voz.
-“Si la casa no es lo mismo sin ellos”, dije con cierta nostalgia.
-“Che, para que mamá está viva todavía”
-“Obvio, no me refería a eso tonta”
El trajecito, Matina lo había dejado tendido sobre la cama matrimonial del cuarto, antesde ir a la cocina. Ahora, con las palabras del viejo en su cabeza, Martina volvió a dejar la taza sobre la mesada, se acercó a mi y apoyandose sobre mi hombro me dijo:
-“Si te entiendo, la casa está vacía sin ellos. A pesar de que todavía estemos nosotros acá, falta algo”
-“Si faltan sus memorias, sus pasos, sus palabras que siempre bañaron las paredes de esta casa”, agregué.
Mis palabras habían hecho mella en los pensamientos de Martina. Era cierto la casa estaba en silencio desde hacía mucho tiempo dejando pasar los días inexorables como si se tratara de un una rutina cansina.
Pero algo había cambiado, nuestra presencia hizo que un aire renovador invadiera los pasillos, cada recoveco, habitación y piso de esa casona volvieran a la vida.
Empuje suavemente con mi mano el mentón de Martina hasta que la pude mirar a los ojos y entonces me dijo:
-“¿Sabes? Papá, estaría orgulloso de cómo conservaste todo en su lugar…”, hizo una pausa lo tomo de nuevo del brazo con ambas manos y agregó, -“Trajecito azul, que así te conocí… Te quiero Carlos, no sabes lo que te extrañé”.
La bese en la frente y apoye mi palma derecha sobre sus manos, mientras saliamos dela cocina por el pasillo rumbo a la sala.
-“Yo también, Martu, no tenés idea.”
Ya era pasada la media noche, cuando decidimos que era mejor irnos a dormir. Nos dimos un beso a la manera española y rumbeamos a nuestras respectivas habitaciones. Martina en su cuarto de juventud. Y yo, al llegar al mio me di cuenta que Nico estaba durmiendo en mi cama, lo cual me dio ternura verlo todo despatarrado con las sábanas casi en el piso. Lo arrope de nuevo, dándole un beso en la frente y salí de allí con mi almohada bajo el brazo para dejarse caer de nuevo en el sillón del living... era sabido queesta semana iba a tener que pagar una factura muy alta a mi cuerpo.

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